Una vez, cuando predijo el futuro de internet, Bill Gates dijo que «el contenido manda». Sin embargo, en la actualidad, el código es lo que mueve gran parte del mundo. Entonces, ¿es cierto eso de que el contenido manda o ha llegado el momento de que se baje del trono?
Sigue leyendo para saber en qué se diferencian el código y el contenido, además de cómo puedes integrarlos de manera efectiva para dar alas a tus equipos y ofrecer experiencias sin igual a los clientes.
El código son las instrucciones de software en las que se basa el funcionamiento de los sitios web y las aplicaciones, así como de las máquinas que los alojan, desde el arranque hasta el apagado. En internet, hay código en formatos como HTML, CSS y JavaScript que trabajan en sintonía para definir la estructura, el diseño y los elementos interactivos de un sitio web. Esta combinación es el motor que impulsa la colaboración de tus equipos online y las funcionalidades con las que interactúan tus clientes.
El contenido engloba los elementos textuales y audiovisuales que utilizas para transmitir tus mensajes más importantes a los clientes. Es decir, los artículos, las imágenes y los vídeos con los que informas o entretienes a tu público. Tu empresa puede entablar relaciones con los usuarios mediante distintos tipos de contenido y crear experiencias de uso con las que ganarse su interés y prolongar sus visitas al sitio web.
Aunque el código y el contenido son fundamentales para cualquier experiencia online, el papel que desempeñan es muy diferente. El código hace su trabajo en las sombras y suele ser invisible para los usuarios, salvo los desarrolladores web que utilizan herramientas de inspección. En cambio, el contenido es totalmente visible, ya que es el principal foco de interacción de los usuarios con el sitio web. Veamos cuáles son las principales diferencias.
El código está detrás de las funcionalidades que permiten al contenido transmitir información de una manera interactiva. Por ejemplo, HTML estructura una página web mediante encabezados, menús de navegación y secciones, mientras que JavaScript se encarga de funcionalidades dinámicas como la validación de formularios tras su envío. Gracias a este marco de trabajo, las empresas pueden añadir contenidos como artículos, imágenes y vídeos que llamen la atención de los clientes.
La creación de código y contenido para un sitio web o una aplicación requiere una serie de habilidades y herramientas. Para programar, los desarrollador deben conocer el lenguaje correspondiente, saber resolver problemas mediante la lógica y estar al día de entornos de desarrollo integrados (IDE) como Visual Studio Code, sistemas de control de versiones como Git y herramientas de depuración, todo ello con la finalidad de dar forma a la estructura operativa.
Por su parte, la creación de contenido requiere aptitudes relacionadas con la redacción, el diseño gráfico y la optimización para buscadores (SEO). Los sistemas de gestión de contenidos (CMS), los procesadores de texto y los programas de edición de imágenes ayudan a producir y organizar contenidos para su publicación.
Los desarrolladores se centran en programar, mientras que los creadores de contenido se dedican a llenar los sitios web y las aplicaciones de materiales de interés para los visitantes.
El código requiere actualizaciones de seguridad frecuentes para eliminar vulnerabilidades y refactorizaciones para mejorar su rendimiento o su legibilidad. Los desarrolladores también actualizan las dependencias y las bibliotecas a menudo. En el caso del contenido, los equipos se centran más en entretener al público, garantizar la exactitud, poner al día los materiales para aumentar la visibilidad en las búsquedas y añadir nuevos artículos para no perder presencia online.
El mantenimiento del código puede ser continuo o estar programado según las necesidades concretas de cada empresa. Por ejemplo, los sitios web de noticias se actualizan a diario, mientras que los artículos generales pueden cambiar cada mes o cada trimestre.
Aunque el código y el contenido tienen funciones muy diferentes, la suma de ambas partes es lo que permite crear experiencias digitales de alto nivel. Cultivar esta relación es clave para ofrecer valor a los usuarios y alcanzar los objetivos del negocio.
El código y el contenido se relacionan de varias maneras.
El contenido aporta valor a un entorno basado en código. La realidad es que hasta las estructuras de código más sofisticadas no sirven de nada sin un contenido a la altura.
El código hace posible la presentación dinámica de contenidos, que analiza el comportamiento de los usuarios para mostrarles contenido a su medida, como recomendaciones personalizadas en un sitio web de comercio electrónico.
Las necesidades en cuanto a contenido suelen condicionar la estructura del código. Por ejemplo, puede exigir que haya campos específicos en un CMS en función de los tipos de contenido que se estén gestionando.
El código optimiza la distribución de contenidos a través de técnicas como la carga diferida de imágenes, la reducción de los tiempos de carga de las páginas y la mejora de la experiencia de uso cuando se consumen contenidos.
Cuando el contenido está bien hecho, este anima a los clientes a interactuar con elementos basados en código.
Veamos algunos ejemplos reales que ilustran el resultado de combinar un código y un contenido de calidad.
Netflix: esta plataforma de streaming utiliza algoritmos de recomendación punteros (código) para mostrar a los usuarios películas y series (contenido). El análisis algorítmico que hace la empresa del comportamiento de los usuarios le permite decidir qué contenidos encargar, renovar o cancelar.
The New York Times: este sitio web de noticias crea artículos interactivos que combinan texto, imágenes y vídeos con tecnologías de programación avanzadas para sumergir a los usuarios en las historias.
A medida que las empresas aumentan su presencia online, encontrar un equilibrio entre el código y el contenido empieza a requerir una buena gestión para seguir ofreciendo experiencias de uso impecables. Comprender estas dos dificultades puede ayudar a identificarlas y superarlas:
Los usuarios acceden a los sitios web desde diferentes dispositivos, desde ordenadores hasta teléfonos móviles, por lo que el contenido se debe mostrar con fluidez en todas las plataformas. Un buen diseño resuelve este problema ajustando automáticamente la disposición de los elementos para que los materiales sean perfectamente legibles en cualquier pantalla.
El rendimiento del código y la presentación de contenidos multimedia pueden entrar en conflicto. El equilibrio adecuado depende de las necesidades concretas del negocio.
Por ejemplo, los sitios web de noticias se deben cargar rápido en cualquier dispositivo. En cambio, las plataformas de aprendizaje online pueden dar más importancia a las funcionalidades interactivas que a la velocidad pura y dura. Las pruebas y la optimización son las claves para cumplir los requisitos técnicos, así como los relacionados con la experiencia de uso.
A medida que tu empresa aumente su presencia digital, trazar la estrategia adecuada para gestionar el código e implementar el contenido será el secreto para mejorar la experiencia online de los clientes. Estas son algunas de las cosas que se podrían hacer:
Un CMS permite publicar contenidos sin tener conocimientos de HTML, por lo que su actualización resulta más sencilla, y pone estas funcionalidades y ventajas al alcance de los creadores de contenido:
Interfaces intuitivas para crear y gestionar contenidos
Funcionalidades de colaboración y control de versiones integradas
Previsualización de los contenidos en contexto antes de su publicación
El uso de un CMS también es una buena noticia para los desarrolladores, que pueden beneficiarse de lo siguiente:
Separación del contenido de su presentación para facilitar el mantenimiento del código
API para la integración del contenido en varias aplicaciones
Implementación más sencilla de las funcionalidades basadas en contenidos
El desarrollo modular permite actualizar el código sin que el contenido se vea afectado. Consiste en crear componentes independientes y reutilizables para tareas concretas, reducir las dependencias y realizar pruebas en un entorno aislado. Para ello, puede utilizarse lo siguiente:
Entornos basados en componentes: React, Vue.js y demás entornos separan los elementos de la interfaz de usuario de la lógica, lo que permite actualizar el diseño visual sin que esto afecte a los procesos empresariales más importantes.
Arquitecturas de microservicios: dividen los sistemas de backend en servicios independientes para poder realizar el mantenimiento de cada uno por separado y sin interrupciones en los demás.
Sistemas de diseño: separan los componentes genéricos de la interfaz de usuario de las reglas concretas para las aplicaciones, de modo que es posible implementar cambios de diseño de manera uniforme en toda la presencia digital.
Hacer un seguimiento de las modificaciones ayuda a supervisar los cambios con eficiencia y colaborar de forma simultánea con seguridad. El control de versiones también lo pone fácil para revertir un cambio en caso de que cause problemas y seguir la pista a las modificaciones para auditarlas con total transparencia.
Estos son algunos de los sistemas de control de versiones de código más populares:
Git: un sistema de código abierto de uso extendido para hacer un seguimiento de los cambios en el código fuente.
Subversion: un sistema de código abierto que sirve para mantener versiones actuales y anteriores de archivos.
Mercurial: un sistema de control de revisiones descentralizado que admite distintos repositorios en remoto.
En el caso del contenido, las opciones para el control de versiones incluyen CMS basados en Git, como Netlify; sistemas especializados en esta tarea, como Contentful, y funcionalidades integradas en plataformas de CMS, como las revisiones de WordPress.
Fastly ofrece productos pensados para superar muchas de las dificultades que plantean la gestión del código y el contenido, la compatibilidad con varios dispositivos, las exigencias técnicas y la experiencia de uso. Veamos algunas de las soluciones de Fastly y sus ventajas.
La CDN global de Fastly distribuye contenidos a máxima velocidad, ya que esta se realiza desde nodos situados cerca de los usuarios finales. Esta optimización proporciona una experiencia más fluida a la hora de acceder a sitios web y aplicaciones desde cualquier ubicación y cualquier dispositivo.
La plataforma de informática en el edge de Fastly permite ejecutar código de una forma rápida y segura más cerca de los usuarios finales. Además, reduce considerablemente la latencia del contenido dinámico y las interfaces de programación de aplicaciones (API).
Las herramientas de optimización de imágenes ayudan a encontrar un equilibrio entre la calidad de las imágenes y la eficiencia de su distribución al comprimirlas sin que se resienta su presentación. Este proceso permite añadir elementos visuales de gran calidad a un sitio web y seguir ofreciendo un rendimiento de alto nivel.
Las soluciones de observabilidad de Fastly ofrecen registros y métricas en tiempo real de los datos técnicos y de aquellos relacionados con el negocio. Así es posible estar al tanto del rendimiento del código y el contenido con la finalidad de ofrecer experiencias inmejorables. Además, los test A/B y las funcionalidades de depuración facilitan la detección y la resolución de problemas.
Encontrar un equilibrio entre el código y el contenido es fundamental para ofrecer experiencias inmejorables a los clientes. Si tienes claro cómo influyen estos dos elementos en tus operaciones digitales, podrás coordinar mejor las iniciativas de desarrollo y unificar las experiencias de uso sin problemas que afecten a la compatibilidad con distintas plataformas, entre otras cosas.
Con la CDN global, la informática en el edge, la optimización de imágenes, la observabilidad en tiempo real y otras soluciones de Fastly, podrás superar todos los obstáculos que se te presenten. Estos servicios no solo garantizan la distribución rápida y eficiente de los contenidos, sino que además impulsan el rendimiento al ejecutar el código en el borde de la red.
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